Todo gamer que se precie ha oído hablar de la famosa saga The Legend of Zelda, y todo seguidor de la Gran N ha jugado a alguno estos geniales videojuegos, que no son pocos (o ha jugado a todos, como un servidor). La saga Zelda nació allá por 1986 de la mano de Shigeru Miyamoto y de Takashi Tezuka (alabados sean), y nos ha dado hasta la fecha 16 juegazos (sin contar remakes) como ellos solos. Y aunque todos son soberbios, sólo uno ha alcanzado la cumbre de la perfección: The Legend of Zelda: Ocarina of Time.
Hay que tener en cuenta que el juego que hoy tenemos entre manos no es un videojuego cualquiera, es el buque insignia de la saga Zelda, que no es poco. Es como la película del Imperio Contraataca para Star Wars (alabado sea) o como el Tarmogoyf (alabado sea) para las Magic, es de lo bueno, lo mejor. Y como yo, muchos otros apoyan al OoT como mejor videojuego hasta la fecha. Muchos lo han jugado y rejugado hasta fundirlo, y es por ello que actualmente, en 2011, y tras 13 años desde su lanzamiento en el 1998, aún esté en lo más alto de la pirámide de los videojuegos, cosa que muy pocos juegos de la generación actual conseguirán. Y aquellos herejes que nieguen la evidencia de la calidad de esta obra maestra que sigan jugando al Fifa y al Pro año tras año, [Ironía ON] que eso sí que son unos juegazos [Ironía OFF].
Bueno, me dejo de frikadas y paso al análisis propiamente dicho...